Para que cada uno de nosotros tengamos energía eléctrica y toda la comodidad vinculada a ella (wifi, calefacción, agua caliente, lavaplatos) en nuestras casas dependemos de la eficiencia y buena comunicación de una red coordinada que involucra centrales generadoras, empresas, personas, materias primas y muchos otros factores.
Cuando hay un fallo en alguna de esos factores, una parte o todo el sistema de abastecimiento puede ser afectado, impidiendonos tener acceso a esta infraestructura, lo cual genera estrés y conlleva salir de la zona de confort por algunas horas o días hasta que se presente una solución para volver a la “normalidad”.
Lo mismo pasa con el cuerpo humano, donde la central generadora es nuestro cerebro, el hace la retroalimentación y regulación por el sistema nervioso de cada célula existente. Cuando hay alguna necesidad o fallo en alguna parte de nuestro organismo, nuestras células se comunican en un idioma químico y eléctrico, hasta que sus demandas llegan a la central, donde son procesadas las órdenes para ejecutar la mejor opción en
aquel momento para equilibrar el sistema.
Las innumerables funciones y diferenciación del cerebro están en desarrollo desde hace miles de años para que estemos leyendo y comprendiendo ese artículo ahora mismo.
Pero hace un poco más de un siglo que nuestra especie se dedica a estudiarlo. Sabemos que aproximadamente 1251,8 cm 3 de la masa que compone el encéfalo está “repartida” en dos hemisferios, izquierdo y derecho, yin y yang, lógico e intuitivo, consciente e inconsciente. Esa masa gris, conectada con nuestra médula espinal, el bulbo, el cerebelo, el tronco encefálico y los nervios craneales forman el Sistema Nervioso Central (SNC) por donde fluyen todas las informaciones del cuerpo.
Todas esas “partes” del SNC están compuestas por células específicas, llamadas neuronas 1 [Figura 1]. Siendo el axón, ese filamento largo es el principal, la mayor diferencia entre la neurona y las otras células que encontramos en el cuerpo. La zona entre el final de una neurona y el receptor de otra es lo que llamamos sinapsis, y son comandantes de todas las reacciones fisiológicas, motoras y sensoriales que experimentamos.

Una neurona puede llegar a compartir más o menos 10 mil sinapsis, esas son activadas por la acción de los neurotransmisores, a su vez influenciados por neuromoduladores. En otras palabras, los neurotransmisores son moléculas sintetizadas y almacenadas en la neurona, y son liberados solamente cuando es estimulada la neurona. Estos neurotransmisores son moléculas simples, como la acetilcolina, la serotonina, la dopamina, la adrenalina, la noradrenalina, la histamina.
¿Pero qué relación tiene toda esta clase de biología con la depresión? ¿ Y los efectos del CBD, como me puede ayudar?
Tienen todo en común, y mucho más de lo que imaginamos. Así como en el abastecimiento de la ciudad, cuando hay una disminución, el aumento o la ausencia de cualquiera o varias de esas moléculas, el cuerpo apunta señales sutiles o alarmantes en su forma de relacionarse con las personas, con uno mismo y con las cosas que le rodean.
La depresión, llamada también del mal del seculo por muchos psicólogos, está relacionada con la disminución de la actividad de serotonina. Las neuronas serotoninérgicas que sintetizan y liberan la 5-HT, otro nombre para esta monoamina, influyen en la regulación del humor, del sueño, de la libido, en la formación del sistema vascular, creación y mantenimiento del tejido óseo y de todo comportamiento emocional de nuestro cuerpo.
Hagamos un paréntesis – La Segunda Ley de la Termodinámica dice que todos los sistemas tienden al desorden, al caos. Si cierras los ojos un momento (después de leer este párrafo), y empieza a imaginar cuántas moléculas están siendo liberadas, modificadas y destruidas ahora mismo, podrías percibir que para mantener la aparente tranquilidad que sientes, internamente, a nivel celular y químico, tu organismo vive un caos. O sea, nuestro sistema vive un sutil y delicado balance para que vivamos en “normalidad”.
Sobre esa temática, hay una frase encantadora del sabio profesor de Hatha Yoga, Hermogenez (Figura 2) que dice: “Dios, líbrame de ser normal”. Comentando sobre esta supuesta normalidad en que vive la sociedad, en cuanto al consumo, las relaciones superficiales, la opresión de los sentimientos y nuestra naturaleza real no ses una verdad absoluta. Debemos mirar en nuestro interior, y valorar nuestra propia ética.

Aún así, existe una cobranza social y juicio sobre los compartimentos y estados de la mente que se salen del patrón o son diferentes de las proyecciones reflejadas sobre cada uno. Siendo la normalidad y la anormalidad psíquicas conceptos absolutamente no consensuales en términos académicos, clínicos y prácticos.
Todavía, la psicopatología se encarga de estudiar las conductas anormales como siendo aquellas que dificultan de manera práctica la vida cotidiana de una persona. También es fundamental tener en cuenta que la depresión fue explicada al principio de este artículo con base en los criterios biológicos, pero también puede ser analizada por criterios estadísticos, clínicos2, sociales, interpersonales e intrapsíquicos. La mirada por cualquier una de esas hebras, no solo para la depresión, como para cualquier trastorno, son tema de estudio para toda una vida.
La OMS estima que la depresión afecta a más de 3300 millones de personas en el mundo hoy, siendo más común en mujeres, la Figura 3 es el mapa del trastorno por países de la Our World in Data de 2017. Las personas en esta condicion tienen su desempeño afectado en el trabajo o en la escuela, en su forma general de afrontar lo cotidiano y en los casos más graves puede llevar al suicidio. El trastorno se caracteriza por la presencia y persistencia de tristeza, dificultad para dormir, pérdida de interés o placer, sensación de culpa o falta de autoestima y falta de concentración.

En un escenario más actual, un estudio con más de 5.000 personas realizado por el Hospital Clínic de Barcelona y publicado en el Journal of Affective Disorders demostró que 65% de la población española presenta síntomas de depresión y ansiedad debido a las consecuencias del COVID-19. Todavía seguimos viviendo a la sombra de la pandemia generada por ese virus que, aparte de los efectos directos en la salud, también ha generado efectos indirectos en la economía, en nuestra salud mental y nuestro estilo de vida de una forma general.
No es casualidad que en el mismo período se pueda observar un aumento considerable del interés de las personas y empresas por los productos derivados del cannabis y principalmente en el cannabidiol (CBD), llevando el tema a ser debatido incluso por órganos internacionales legisladores, como se esperaba hace muchos años.
En diciembre de 2020 la Organización Mundial de la Salud (ONU) eliminó el Cannabis de la lista IV de estupefacientes, después de una votación entre 53 países, y también reconoció el potencial medicinal y terapéutico de la planta. Por las recomendaciones de la ONU, el CBD no debería estar submetido a controles internacionales una vez que presente un nivel de tetrahidrocannabinol (THC) inferior a 2%. Para muchos tratamientos oncológicos y de otras enfermedades, la sinergia entre THC, CBD y otros cannabinoides es fundamental para obtener mejoras en los cuadros de los pacientes, siempre con el acompañamiento de profesionales de la salud expertos en tratamientos con cannabis. Todavía, en tratamientos de depresión, es recomendable evitar productos con alta concentración de THC, que pueden aumentar el riesgo de ansiedad y paranoia.
Por lo tanto, para los tratamientos de depresión, cada vez más estudios científicos indican que el CBD, el cannabinoide no psicoactivo, es una alternativa antidepresiva de acción rápida. Su administración ùnica o a largo plazo aumenta los niveles de serotonina, por promover una una mejora duradera de la eficacia sináptica en las neuronas serotoninérgicas.
Además las investigaciones se dedican cada vez más profundamente a entender cómo el CBD actúa en el sistema endocannabinoide, sus efectos ansiolíticos, antiepilépticos, antipsicóticos y las dosis óptimas para cada caso. Gracias a la muy baja toxicidad de la molécula, no son relevantes los efectos secundarios, pero es fundamental comparar las dosis administradas por los usuarios de CBD con los datos clínicos y cinéticos para promover la información cada vez más cualificada en el tema para las personas que usan CBD.
A pesar de todos los avances de la biología y de la neurociencia sobre la depresión, su fisiología, relación con nuestro comportamiento, aprendizaje y recuerdos, aún quedan muchos misterios para desvelar sobre cómo cada ser vivo procesa sus experiencias e interactúa con ese Universo. Así, la combinación del uso del CBD, sus beneficios fisiológicos, combinado con otras terapias (psicoterapias, arteterapia, yoga y otras terapias alternativas) y un estilo de vida saludable son recomendables para cruzar suavemente etapas «anormales» de la vida.
Al final, el tratamiento de la depresión con esas herramientas comentadas es un proceso de autoconocimiento que permite la investigación sobre nuestro cuerpo físico, nuestro autocontrol, expresión emocional y comunicación de cada individuo con uno mismo, con otros seres y con la naturaleza.
Bibliografia
- Cannabis para dummies – Kim Ronkin Casey y Joe Kraynak – Traducion Simón Pardo de Donlebún – Grupo Planeta – Barcelona / España – 2020.
- Química das Sensações – Carolina Godinho Retondo y Pedro Faria – Editora Átomo – Campinas| Brasil – 2014.
- Evolución y genómica del cerebro humano – M.A .Rosales, ReynosoaC.I.JuárezVázqueza – Sociedad Española de Neurologia – 2018.
- Cannabidiol Induces Rapid and Sustained Antidepressant-Like Effects Through Increased BDNF Signaling and Synaptogenesis in the Prefrontal Cortex – Amanda J. Sales, Manoela V. Fogaça, Ariandra G. Sartim, Vitor S. Pereira, Gregers Wegener & Francisco S. Guimarães, Sâmia R. L. Joca – Molecular Neurobiology – Springer Nature, 2018.
- Cannabidiol for the Reduction of Cue-Induced Craving and Anxiety in Drug-Abstinent Individuals With Heroin Use Disorder: A Double-Blind Randomized Placebo-Controlled Trial – Yasmin L. Hurd, Ph.D., Sharron Spriggs, M.A., Julia Alishayev, R.P.A., Gary Winkel, Ph.D., Kristina Gurgov, R.P.A., Chris Kudrich, D.H.Sc., Anna M. Oprescu, M.P.H., Edwin Salsitz, M.D. – Am J Psychiatry, 2019.
- Translational Investigation of the Therapeutic Potential of CBD – José A. Crippa, Francisco S. Guimarães, Alline C. Campos, Antonio W. Zuardi – Frontiers in Immunology, 2018.
- Depression: Organización Mundial de la Salud
- Organización de las Naciones Unidas – La Comisión de Estupefacientes reclasifica el cannabis, aunque sigue considerándolo perjudicial, 2020.
- El 65% de la población tiene síntomas de ansiedad o cuadros depresivos debido al confinamiento por Covid-19, La Vanguardia, 2020.
- Exclusive: CBD demand could drive 2020 sales of $2 billion, with threefold growth projected by 2025, Hemp Industry Daily , 2020.
- Number of people with depression by country, 2017: Our World in Data